Quería contarles la historia de Henry Fawcett acompañaba a su padre en una excursión de caza, cuando a este se le disparo la escopeta por accidente, hiriéndolo en la cara y provocándole una ceguera permanente a su hijo Henry que tenía 20 años, en ese entonces.
Antes del accidente había sido un joven vivo y ambicioso, lleno de entusiasmo y un gran futuro. Nadie lo habría culpado si aquel accidente lo hubiera convertido en un ser resentido y sin esperanzas. Pero había algo que lo salvo: Siempre había amado a su padre profundamente y sabía que el dolor ante el daño ocasionado a su hijo lo tenía al borde de la locura.
La única manera de evitar que su padre perdiera la razón era tomar, ante una terrible desesperación, el camino de la esperanza. Eso hizo. Fingía estar contento cuando no lo estaba. Fingía un interés en la vida que estaba muy lejos de tener. Fingía tener esperanzas en llegar a ser un ciudadano útil, cuando estaba convencido que así ciego, nunca lo seria.
Pero entonces sucedió algo curioso: el fingimiento termino por convertirse en sentimiento real. Fue como si, por un acto de voluntad, hubiese exorcizado un espíritu malo, expulsándolo de sí.
El resultado fue que Henry Fawcett fue elegido para el Parlamento. Y más tarde ha pedido del primer ministro fue nombrado Director general de correos de Inglaterra. Un puesto importantísimo en esa época.
Como dijo Fanny Crosby completamente ciega: Soy la persona más feliz que existe.
Que dichosa soy, aunque no pueda ver
He decidido que siempre contenta estaré.
Cuantas bendiciones tengo, que otros no pueden disfrutar,
Lamentarme porque soy ciega eso no lo haré jamás.
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