“¡Qué presión tan tremenda! ¡No aguanto más! ¡Esto es insoportable!”. La gente habla de la tensión a que está sometida, la cual se le refleja en el rostro. Vivimos atrapados en la vorágine del tiempo. Nos movemos a una velocidad vertiginosa y a un incesante ritmo, que nos afecta física mental y espiritualmente. Hoy trate de pasar unos momentos a solas y en silencio. Me di cuenta hasta qué punto la inquietud, el estrés y las tensiones habían hecho presa de mi. Pero sé dónde puedo hallar reposo, y sosiego. La definición de reposo en el diccionario es : Quietud, falta de actividad. Y el verbo reposar significa Permanecer en quietud y en paz. Eso suena muy bonito. Pero más de uno se preguntara como se alcanza ese estado. ¿Cómo encuentra uno ese reposo si siempre se vive aprisa y corriendo?
Cuando paso unos momentos a solas, en presencia de Dios, cuando leo y estudio Su palabra, cuando examino mi corazón y dedico tiempo a la oración, recupero la paz que Jesús promete, el grato descanso que únicamente Dios puede dar. Ese es el remedio que alivia del todo el estrés que agobia nuestro espíritu y el bálsamo que despeja la inquietud del alma y las tensiones que nos aquejan físicamente.
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