Puede que esté muy bien desear lo mejor de ambos mundos, pero la
verdad es que de este pobre mundo es poco lo rescatable, a menos que se
lo vea a la luz del otro. En el mejor de los casos, la nuestra es una
pobre vida pasajera, porque todos nos marchitamos como hojas. A menos
que nos hagamos el propósito de vivir con las miras puestas en el mundo
venidero, no podremos sacarle mayor provecho a nuestra existencia
presente. Sería imposible hacer con los harapos de este mundo presente y
temporal una vestimenta digna con la que un hombre pudiera querer
vestirse. Por otra parte, no se asusten ante la manera tan poco
atractiva en que, en algunos casos, se nos presenta la vida, pues, al
fin y al cabo, no es más que neblina… ¿y qué sentido tendría temerle a
un vapor?
¿Tan corta es la vida? ¿Es cierto que tan solo aparece por un tiempo y
luego se desvanece? Pues, si es así, aprovechémosla al máximo para dar
de nosotros al máximo. Y si la vida es, en efecto, corta, es de sabios
no quedarnos en reposo como tierra en barbecho, sino por el contrario,
sembrar cada parcela que podamos. Será prudente sacarle todo el provecho
que podamos.
Imprimámosle toda la vida posible a nuestra existencia y todo el
trabajo posible a nuestra vida. Realicemos nuestro trabajo con el mayor
ahínco posible, y démosle toda la calidez que podamos a nuestro corazón.
¡Que Dios nos conceda que estemos vivos al vivir! Que no nos
conformemos solo con vivir sino con vivir intensamente.
¿Con que la vida es corta? Entonces no perdamos tiempo preocupándonos
por sus contratiempos y malestares. Cierto hombre que se encontraba de
viaje se detuvo en un hostal. Tras instalarse en la posada, se dio
cuenta de que el lugar era bastante humilde, la comida escasa y la cama,
dura. «Qué se le va a hacer», dice, «de todos modos parto mañana de
madrugada, así que en realidad no importa». Este mundo es un hostal, e
indudablemente nos presenta una serie de incomodidades. Recordemos,
pues, que no seremos propietarios por muchos años, sino tan solo
huéspedes por un día. Disfrutemos todo lo posible del hospedaje que este
pobre mundo nos puede ofrecer. Nuestra vida está separada como tienda
de pastor, una simple carpa donde los pastores se instalaban por un
breve tiempo para velar por sus ovejas. Un pastor que debe cuidar de sus
ovejas por una temporada breve no se pone a construir un palacio de
granito ni una casa de ladrillo: se contenta con una choza de esteras y
no se queja por el espacio reducido ni la poca protección que le brinda.
Haz todo lo que te gustaría haber hecho si fueras a morir mañana. Me
gusta lo que le ordenaba el señor Whitefield a su mayordomo: que le
tuviera listos los guantes y el sombrero para la mañana, de lo contrario
no podía dormir en paz. Como no sabía cuándo lo llamaría Dios, quería
tener todo preparado para esa eventualidad. ¿Tiene que desvanecerse esta
vida? Entonces, recordemos que es el inicio de otra. ¡La vida que hoy
vivimos se fusiona con la que ha de venir! C. H. Spurgeon
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