domingo, 18 de noviembre de 2012

En el milagro de Charles Eisenstein

Al encontrarnos en este minuto de la historia ante un nuevo universo cada día más vasto, nos ayuda comprender que estamos tocados por los milagros y que la realidad de lo posible es mucho más grande de lo que creemos y que podemos prescindir de lo que se entiende por normalidad.
¿Qué es un milagro?
No es la intervención de un ser sobrenatural en los asuntos materiales, ni un evento que viola las leyes del universo. Un milagro es algo que es imposible comprender desde nuestra perspectiva actual de la realidad, pero que se vuelve posible desde un nueva mirada.
Un milagro es más que un evento, es una invitación que nos dice: “El universo es mucho más grande de lo que Ud. pensaba”. Nos invita a entrar en un mundo más amplio, abriendo nuevas e insospechadas posibilidades. Un milagro puede derrumbar nuestro mundo en segundos, si es que lo aceptamos. De hecho, generalmente no lo aceptamos, lo relegamos a la categoría de un acontecimiento raro, algo no frecuente en nuestra vida cotidiana y continuamos con nuestra normalidad como si nada hubiese sucedido. Cuando enfrentamos un evento que desafía nuestra comprensión habitual, este es simplemente descartado para preservar nuestra normalidad.
Hoy en día no podemos permitirnos ignorar nuestros milagros. El mundo y sus habitantes están sujetos a problemas para los cuales no hay cura y muy poca esperanza desde lo normalmente posible. Cualquiera que verdaderamente entienda la magnitud de la crisis ecológica global sabe que no hay esperanza, así como no hay esperanza para el paciente con cáncer en etapa terminal, el que sufre esclerosis múltiple o la víctima de cualquiera de las legiones de enfermedades incurables que surgieron en el siglo 20. Tampoco hay ninguna esperanza razonable para la paz y justicia en Palestina, el Tíbet o el sistema penitenciario; tampoco para la resolución de las injusticias arraigadas en nuestro mundo. Largamente ignoradas, las crisis ecológica, energética, económica y social se juntan atacando nuestra complacencia con innegable urgencia para decirnos que no tenemos elección sino lograr lo imposible.
Otra forma de decirlo es que ha llegado el tiempo de entrar en el estado consiente del milagro, así como es tiempo de aceptar la invitación de entrar en un mundo más grande. No es extraño que la gente rechace los milagros y a menudo enérgicamente. Entrar en un nuevo mundo provoca temor.
Pero hoy finalmente no tenemos elección. El viejo mundo se está desmoronando a nuestro alrededor y no hay más dónde ir.
Nos encontramos en el umbral de un mundo nuevo de dimensiones y posibilidades infinitas y enfrentamos la duda de entrar en él, ya que si lo hacemos, nos da miedo que una puerta se cierre tras nosotros. Para esto necesitamos creer en los milagros, y no sólo uno, sino muchos para mostrarnos que el reino de lo posible es verdaderamente más vasto de lo que sabemos y que no estamos locos al dejar la normalidad atrás.
Por esto yo invito a todos a compartir una historia de lo imposible para nuestra inspiración y estímulo. Permitámonos compartir nuestros milagros: esos acontecimientos que violan descaradamente las leyes de la física, las explicaciones de la medicina y los axiomas de la naturaleza humana así como los hemos entendido hasta ahora. Permitámonos sentirnos a gusto entre nosotros en un vasto mundo nuevo donde la sanación es posible.
Al leer estas historias, se puede sentir una mezcla de inspiración junto con hostilidad o miedo. La incredulidad del escéptico o la carga emocional detrás del rechazo del cínico ante los milagros que sólo demuestran el miedo subyacente. Si usted llegara a sentirse hostil, despectivo o ansioso, yo los invito a meditar en esos sentimientos, explorar lo que hay tras ellos y a no descartarlos con cualquier explicación engañosa. Simplemente sienta las emociones que afloran. Si siente un miedo subyacente, respételo como su protector y guardián que le impide dejar su mundo antes de tiempo. Y si por el contrario, el miedo, hostilidad, cinismo o rechazo le parecen argumentos del pasado, y el sentimiento de inspiración es más fuerte, queda demostrado que usted está listo para entrar en la conciencia del milagro – para entrar en una nueva normalidad.
En el paso de un mundo al siguiente, el primer milagro que aceptamos nos da una esperanza – el vislumbrar una nueva posibilidad. El siguiente milagro nos lleva más allá de la esperanza – a la creencia. La creencia invita a que los milagros ocurran, y así se desencadena la fe – el vivir en lo milagroso. Finalmente, cuando lo milagroso es considerado normal, la fe se convierte en conocimiento y nos convertimos en maestros de milagros. Pero siempre, un mundo aún más grande nos espera.
La fe no es un pre-requisito para los milagros – el universo es más generoso que eso. Cuando crecemos contra los límites de nuestro mundo, nuestro crecimiento ejerce una presión imparable que crea, en las palabras de Joseph Chilton Pearce, una “grieta en el huevo cósmico”. La luz que brilla a través de esta grieta toma la forma de milagros, visitaciones de un mundo más luminoso y grande. Ahora es tiempo de empezar a picotear y empujar expandiendo la grieta en procura de esa luz.
La metáfora del huevo significa que esto es un nacimiento colectivo en el cual el despertar de cada uno de nosotros alienta al resto. Se puede decir, que rasgamos los cascarones de nuestros hermanos y hermanas. Algunos emergen antes que el resto, habitando este mundo de los milagros; su continua sensatez y efectividad nos reafirma que estos eventos inexplicables no son vislumbres de locura y que una persona sana e inteligente puede vivir ahí.
Invito a los lectores a compartir sus propios milagros: cualquier cosa que les haya mostrado la presencia de un mundo más amplio donde otras cosas son posibles. No tiene que ser algo necesariamente sobrenatural, aunque puede ser. Puede ser la transformación de una persona o comunidad, violando no las leyes naturales sino las leyes de la naturaleza humana tal como las conocían. Debe ser algo que lo dejó sin aliento, que lo maravilló, lo llenó de gratitud o terror o ambos, o quizás lo asustó y lo hizo arrancar, pero fue una experiencia difícil de aceptar e imposible de ignorar. Sea honesto en su descripción y no se preocupe si alguien cree que está loco, es ingenuo o deshonesto. Algunos indudablemente lo harán.

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