viernes, 2 de noviembre de 2012

Antes de partir



Bienaventurados  los que comprenden mis pasos vacilantes y mis manos temblorosas.
Bienaventurados aquellos que se dan cuenta que mis oídos captan las palabras con dificultad, por eso me hablan alto y pausadamente.
Bienaventurados aquellos que perciben que mis ojos están cansados y mis reacciones son lentas
Bienaventurados quienes desvían la vista o disimulan no verlo cuando a veces derramo el café sobre la mesa
Bienaventurados los que sonríen y hablan conmigo
Bienaventurados los que no me dicen que esa historia ya la he contado muchas veces.
Bienaventurados los que cariñosamente me ayudan a cruzar la calle.
Bienaventurados los que me hacen sentir amado y me tratan con respeto
Bienaventurados aquellos que comprenden mi cruz y las pocas fuerzas que me quedan para seguir cargándola.
Bienaventurados son aquellos que alegran mis últimos días y me acompañan en mis ùltimos pasos en la tierra.
Bienaventurados los que me demuestran afecto y cariño haciéndome recordar que Dios aun me ama. Cuando entre en la eternidad, los recordarè junto a mi Señor.

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