(Basado en los escritos de David Brandt Berg)
Un conocido refrán reza: «Dime lo que comes y te diré quién eres». Pues
alguien parafraseó ese dicho, trasladándolo al ámbito moral: «Dime lo
que lees y te diré quién eres». En el plano mental y espiritual, lo que
lees determina quién eres. Y lo mismo vale para las películas, la TV, la
música, la Internet, los videojuegos etc. Por los gustos de una persona
en materia de entretenimiento, en general ya sé cuál es su estado
espiritual.
Dios nos creó a todos con hambre de la verdad, es decir, con un ansia
de conceptos e ideas que nutran nuestra alma, nos acerquen a Él, nos
ayuden a entenderlo mejor y a descubrir los caminos que Él por amor ha
dispuesto para nosotros y nos estimulen a llevar una vida más
provechosa. Lamentablemente, hoy en día mucha gente ha cultivado
apetitos espirituales desordenados al leer y mirar cosas malsanas. Es
similar a lo que sucede cuando alguien le agarra el gusto a la comida
chatarra y los dulces, y pierde las ganas de consumir alimentos sanos y
nutritivos.
Me recuerda los siguientes versículos de la Biblia: «¿Por qué gastáis
el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia?
Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con
grosura» (Isaías 55:2). «Trabajad, no por la comida que perece, sino por
la comida que a vida eterna permanece» (Juan 6:27).
Aunque nos cueste admitirlo, la exposición a actitudes y acciones
contrarias a la forma en que Dios quiere que pensemos y actuemos
realmente nos afecta. Llenarnos el corazón y la mente de mentiras y
medias verdades nos corrompe el espíritu, aunque solo lo hagamos para
distendernos o entretenernos. Si se multiplica ese efecto unos cuantos
millones de veces, la sociedad en general se ve afectada. ¡El mundo
moderno es prueba cabal de ello!
Discernir y discriminar
Todo lo que llega a nuestra mente afecta nuestro espíritu. Las
películas, la música, los libros, los periódicos, las revistas, la TV,
la radio y la Internet son todos medios de transmitir un mensaje. Y ese
mensaje puede estar inspirado por Dios y en consonancia con Su Palabra, o
puede no estarlo.
Gran parte de lo que se difunde hoy en día es lo que la Biblia denomina
«fábulas artificiosas» (2 Pedro 1:16), artificiosamente inspiradas no
por Dios, sino por los poderes del mal, con el objeto de engañar a la
gente, descarriarla e insensibilizarla espiritualmente hasta tal punto
que ya no sepa distinguir entre el bien y el mal.
Leer libros y ver películas nocivas no hace sabias a las personas.
Antes las atonta, las confunde y las aleja cada vez más de la verdad. La
sabiduría de este mundo es insensatez absoluta ante Dios (1 Corintios
3:19).
La gente consume comida chatarra porque parece nutritiva y tiene buen
gusto; pero en grandes cantidades a la larga nos roba la vida. Por eso
es tan peligrosa, precisamente por lo engañosa que es. Lo mismo vale
para los libros y las películas chatarra.
El Diablo es mentiroso y padre de mentira (Juan 8:44). Y sus mentiras
son muy astutas. En todos los casos, parte de lo que dice es verdad. No
conseguiría que la gente se tragara sus mentiras si no las mezclara con
un poco de verdad. Les incorpora pequeños conceptos veraces, como hizo
con Adán y Eva en el Edén. Cuando los tentó a desobedecer a Dios y a
comer del fruto prohibido del árbol de la ciencia del bien y el mal, les
aseguró: «Seréis como Dios» (Génesis 3:5). Aquella fue una verdad muy
tentadora, ¡y se la tragaron! (Génesis 3:6).
¿Y tú?
No tiene nada de malo leer un libro o ver una película por puro
pasatiempo. Pero si no eres un poco exigente en cuanto a la alimentación
que le proporcionas a tu espíritu, si no te resguardas de las imágenes e
informaciones nocivas, todo ello terminará siendo más fatigoso que
beneficioso para tu espíritu. «Todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de
buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto
pensad» (Filipenses 4:8).
Hasta las películas y otras producciones mayormente buenas pueden tener
algún efecto negativo si uno no se esfuerza por prestar atención a lo
positivo y rechazar lo negativo, ya sea en el momento mismo o bien
después de la sesión. La Biblia nos manda: «Apártese del mal, y haga el
bien» (1 Pedro 3:11). Este versículo se aplica no solo a lo que hacemos,
sino también a las influencias a las que nos sometemos, puesto que en
última instancia, éstas acaban por afectar nuestros actos.
También es importante llenarnos de la verdad de la Palabra de Dios para
contrarrestar cualquier influencia negativa que puedan tener en
nosotros las demás cosas que vemos o leemos. «Sobre toda cosa guardada,
guarda tu corazón; porque de él mana la vida» (Proverbios 4:23) .
Hay un viejo refrán sobre la oración que dice: «Crees en la oración
tanto como oras». Yo diría que lo mismo se aplica a la Palabra de Dios y
las influencias del mundo: Crees en la Palabra en la medida en que la
lees, y crees en esas otras cosas en la medida en que te empapas de
ellas. Espero que ingieras buen alimento espiritual, porque tu salud
espiritual y tu felicidad dependen de ello. ¡Dime lo que bebes y te diré
quién eres!
Todo lo que llega a nuestra mente afecta nuestro espíritu.